agosto 25, 2008

Eduardo II

Fui a lo de Eduardo II en el Juan Ruiz de Alarcón. Generalmente los estrenos me ponen nervioso. Los actores no encuentran el tono del personaje y parece nomás como que le recitan, se les van los diálogos, no encuentran el foco correcto y el uso de los espacios llega a ser chocante o forzado. Así pasó con Eduardo II. No soy un puritano pero quería ver en que resultaba este asunto del Marlowe. Curioso que los momentos de mayor tensión dramática estuvieran plagados de ironía o exageración. Entendí pues (no soy tan tarugo) que la obra debiera ser “atrevida” porque uno de los subtemas era la homosexualidad (aunque no le veo nada de atrevido a ser homosexual, quién sabe que tendrá en su cabecita el director Acosta), pero que los tíos se desnudaran a la menor provocación y anduvieran por ahí sin más (creo que sí soy un puritano) cuando la obra no lo necesitaba en realidad. Seguramente si hubieran sido 18 mujeres desnudas y no hombres no diría eso. Chicas, sólo por eso vale la pena ir. Al final la estética minimalista (pero que aún con todo parecía costosa para el teatro estudiantil que acostumbro ver) la apuesta más al encanto de renovar lo apolillado y la mezcla de penes, con sarcasmos a la hora de la muerte o de sobreactuación en los momentos de expectativa o tristeza me dejaron adormilado al final. Pero siempre lo he dicho, soy muy mal espectador. Pero entre dos o tres que se levantaban para ovacionar y las odiosas y excesivas oleadas de aplausos escuché algunos bbbuuuuu y eso me alegró. Soy un envidioso.

(La foto me la robé de la jornada)

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